Los rostros del dolor

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Durante años, Sarah, una enfermera del Hospital Estatal de Binghamton, se encargó de retratar las instalaciones del centro sanitario y a los enfermos que allí se encontraban en los primeros años del siglo XX. Después, en un pequeño cuarto oscuro, pasaba los negativos de cristal a imágenes en blanco y negro con rostros y perfiles de más de un millar de pacientes para fines médicos. En el reverso de las fotografías, anotaba la fecha y el nombre del paciente retratado. Así día tras día durante más de un cuarto de siglo.

Casi cien años después, un grupo de voluntarios preocupados por la rehabilitación y conservación del complejo hospitalario, se encargó de transportar y atesorar aquellos artilugios que tenían un gran valor histórico y que, por dejadez del tiempo, corrían el riesgo de ser robados, destruidos o extraviados. La sorpresa llegó cuando, al abrir una pequeña habitación, se encontraron con cajas y cajas de documentos, libros y las fotografías junto a sus placas originales.

Al igual que los exploradores, los voluntarios fueron recopilando placas rotas, sucias y algunas incompletas junto a otras tantas en relativo aceptable estado de conservación y que estaban metidas en cajas. En total, más de 5.000 imágenes han sido recuperadas hasta la fecha y, gran parte de ellas, están actualmente siendo limpiadas, restauradas y conservadas en condiciones óptimas de humedad y temperatura para, posteriormente, sean digitalizadas y reproducidas.

Algunas de las fotografías del tesoro, el equipo que se está encargando de su archivo y catalogación junto al proceso de digitalización del archivo podéis verlas en el siguiente enlace. Un nuevo caso en el que, la preocupación de un grupo de ciudadanos permite que un archivo de gran valor histórico no haya terminado en la basura.

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