Eladio Begega
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Por mucho que se descubran fotógrafos que dejan legados de fotos anteriores a la era digital, siguen apareciendo una y otra vez. Sus fotos nos muestran como era la vida en aquellos años, como eran las gentes, costumbres, familia y trabajo, cada uno con su estilo personal y un ojo artístico que capturó aquellos momentos que ya no vuelven. Esas escenas irrepetibles las podemos ver hoy en Internet, exposiciones, libros, etc., gracias a su descubrimiento y a la digitalización de hoy.
Un fotógrafo de pueblo.
Ahora tenemos que hablar de Eladio Begega, un fotógrafo del pequeño pueblo asturiano de El Condáu, concejo de Laviana. Eladio Begega (1928-2017) era sobre todo un fotógrafo que retrató, entre los años sesenta y los ochenta, su pueblo y sus gentes, todo lo que le rodeaba de una forma natural, tal como transcurría la vida en aquellos rostros y escenas que quedaron atrás. Juaco López, director del Museo del Pueblu d’Asturies se enteró de la existencia de Eladio Begega y ahora parte de sus fotos están en el museo y en el libro que se publicó, “Mis vecinos del Condáu”. Su legado es de 50,000 fotos reveladas y de medio millón de negativos. Como dice Juaco López, ¡cuantas sorpresas quedarán por encontrar!
Caras de la vida rural.
Desde que nació, Eladio Begega ha vivido siempre en la cuenca alta del río Nalón, haciendo de su pueblo, El Condáu, y de sus vecinos el centro del objetivo de su cámara. Entre los años 1962 y 1985 se dedicó al retrato de vecinos y familiares trabajando en la tierra, en la hierba, de ancianos, vagabundos, gitanos, en la matanza o divirtiéndose en las fiestas. Son imágenes comunes que no han interesado demasiado a otros fotógrafos de la región. Un testimonio como el que nos relata Begega es muy difícil de encontrar. Nos muestra como era la vida cotidiana en la sociedad rural durante esos años. “Ya no encuentro rostros únicos como los que encontraba antes”, se quejaba Begega, “ahora somos todos más iguales. Yo solo he querido que quedara constancia de todo lo que yo iba viendo cada día desaparecer”. Gracias a él hoy podemos ver aquellos rostros únicos, aquellos lugares y costumbres que ya han desparecido.
Mucho por descubrir.
En otras entradas hemos hablado de fotógrafos que han hecho algo muy similar, han dedicado su vida a contarnos todo aquello que veían a diario desde el anonimato. Su vida se dedicó a cosechar imágenes para que hoy alcanzaran su máximo significado y valor, cuando ya no quedan rostros de aquellos ni la vida transcurre igual que entonces. Es el caso de Virxilio Veitez y de Vivian Mayer y muchos otros que han seguido el mismo patrón. Seguiremos descubriendo lo que fotógrafos como ellos encontraron muchos años atrás, queda mucho por descubrir.
El País 10 de febrero 2017
http://cultura.elpais.com/cultura/2017/02/09/actualidad/1486640097_535806.html
http://moldeandolaluz.com/profile/EladioBegega
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Peinados para presumir
Archivado en Recuperar, qué.Hoy en día acostumbramos a ver peinados extravagantes cada día. No hay más que echarle un vistazo a los futbolistas para ver cómo marcan tendencia, especialmente entre los más jóvenes. Pero trasladar esa exuberancia hacia otra época, como pueden ser los inicios del siglo XX, nos provoca más de una sonrisa.
Echad un vistazo a los curiosos peinados de estos señores que, con gesto serio, no dudan en presumir de ellos ante la cámara. Estamos habituados a ver fotos de época donde los cortes de pelo se regían por estándares más o menos convencionales, pero estas instantáneas nos demuestran que también hubo peluqueros atrevidos y, más aún, clientes que lucían su estilo sin ningún reparo. ¿No es sorprendente?
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Mini fotos
Archivado en Digitalizar, cómo.Como valor artístico quizá ninguna de las dos fotografías que os mostramos tengan especial consideración. Ambas son retratos cotidianos en los que las protagonistas priman por encima del escenario donde se encuentran. En definitiva, la típica fotografía espontánea tomada por un aficionado.
Sin embargo, su importancia radica en que son un claro ejemplo de cómo unas pequeñas instantáneas en papel y con un formato de apenas 4×6 cm pueden ofrecer una definición tan clara. Eso sí, siempre y cuando la conservación y estado de las copias sean notables y permitan una digitalización óptima. En estos casos, incluso sería posible realizar una ampliación considerable en caso de que llegara a interesar.
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